martes, 12 de febrero de 2013

La Nube

En febrero del año pasado en un arranque de locura y desesperación  (ok, no fue de locura y desesperación, solo quería vencer un miedo) tomé un curso de manejo, como esto es México, en menos de un mes ya tenía la licencia para conducir, sin saber manejar del todo bien el carro.

Al no haber aprendido como se debe de aprender a conducir,  no me animaba tanto a manejar, a veces conducía  al cine que me queda mas cerca de casa, lo estacionaba muy lejos donde nadie se estacionara, para poder salir sin complicaciones, siempre acompañada y hasta ahí, ¿yo sola tomar el carro? jamás.

Hoy al año de haber hecho ese curso, en otro arranque de locura y desesperación, (tampoco fue de locura y desesperación, bueno, un poco sí) esta vez por el servicio tan de mierda que tenemos de camiones, me empecé a traer el carro al trabajo, yo solita. Les parecerá una tontería, pero eso es como un gran triunfo en mi y me da felicidad que no me merezco, bueno, sí me la merezco, claro que sí joder!.

En las mañanas, me ahorro media hora de viaje y me duplico la comodidad saliendo de mi casa a las 8, yo entro a las 8:30, en el camino llego por Fátima, sigo sin saber estacionarme entre dos carros y con algunos movimientos torpes, pero ya es ganancia que no atropello gente inocente, que voy bien por mi carril, sin estorbarle a nadie y tal.

Este carro, básicamente es mio, porque nadie lo maneja en casa, ese era otro factor de presión, “Diana, batallas porque quieres” “la Nube está ahí parada, nadie la utiliza”… etc.

“La Nube” mi hermana le puso así al carro, por el parecido jajaja, cuando padre lo compró, ella se subió y se le hizo muy acolchonadito y es entre azul y gris, como un  nubarrón a punto de llover.

Y así es que todos los días, sin ser Goku, viajo en una nube al trabajo.